Sábado 21 de Diciembre de 2024

18/12/2024

Regionales

Protagonistas destacados

Orlando Ferreyra: Un manager con mayúsculas

La historia de Orlando Ferreyra. Un manager que hizo del rol, un estilo de vida y del vestuario, un templo.
Patricio Guzmán

Redactor de Tercer Tiempo Noa

Detrás de cada equipo hay una logística que trabaja desde las sombras. La que casi no aparece en fotos y la que pasa por detrás de los protagonistas cuando los micrófonos se encienden. Ahí se sitúa Orlando Ferreyra desde su rol de manager. En TERCER TIEMPO NOA nos adentramos a contar la vida de un hombre formado humana y deportivamente en Tucumán Lawn Tennis, de un apasionado y un obsesivo por un trabajo donde el bienestar del jugador es la premisa.

Cuéntanos de tus inicios con el rugby y tu llegada a Tucumán Lawn Tennis…

- A Lawn Tennis llego de la mano de mi primo Raúl Aguirre, a la camada 60, donde me integro y comienzo a conocer un nuevo mundo. Jugué hasta los 19 años y justo el día en que debutaba en primera “Perico” Merlo se volvió a salir mi hombro y tuve que dejar de jugar. Volví a los 27 años, y jugué tres años más. Recuerdo que en juveniles me llevaban a jugar con divisiones más grandes, camadas muy duras con jugadores como el “Negro” Tejerizo, Guillermo Usandivaras, Alex Bleckweldel, “Chapa” Pereyra y Jorge Vidoz, entre otros. Un día, cuando ya no jugaba, vino el “Enano” Frau y me dijo que de una mano en una división y ahí comencé a trabajar con diferentes camadas y tuve la dicha de entrenar grandes jugadores y camadas que le dieron muchas alegrías al club.

Hacé memoria  de algunos nombres…

¡Ufff! Seguro me olvido de algunos. En la camada 70 los tuve a Pablo Cano, Jorge Monteros, Pablo Kertens, Alejandro Saleme, Gerónimo Vargas, luego entrené la división de Ramiro Rengel, llegué a tener 40 jugadores a disposición. Tiempo después tuve jugadores de la talla de Ignacio Haustein, “Bambino” Morel, Santiago Ledezma, luego la de “Chipi” Haustein, la del “Esquimal” Salazar, Santiago Rez Masud, donde tuvimos tres años de ganar todo, luego la de “Mingo” Miotti que tenia jugadores bárbaros y las últimas que tuve a cargo fueron las de Miguel Mukdise, Sergio Martínez, Mariano García, también entrené a Marcelo Caponio y dos años la división de Nicolás Sánchez.

“Orly” cierra los ojos y recuerda sus inicios. Cierra los ojos y rememora que fue en la tierra de los Springboks donde comenzó a debutar como manager de una M-20 que andaba de gira por el terruño de Nelson Mandela. “A Sudáfrica fui como preparador físico y terminé como manager de la delegación de mi club. Todo un desafío y una locura, ya que no tenía idea de nada. Tiempo después en 2004 designan a Castelluchio y a Oscar Prado para dirigir Naranjitas juveniles en M-18 y me llaman para que me sume. No tenia idea qué hacer. Castelluchio simplemente me dijo que haga que todo funcione y ahí comencé ”- afirma.

¿Dónde te apoyaste desde los conocimientos de cómo ser un manager?

En la sabiduría y experiencia de la “Villa” Oscar René, ahí me di mis primeros golpes y fui aprendiendo a los ponchazos. Luego conocí a Leo González, un cordobés de Tala, hoy en Salta, quien me mostró mucho con solo verlo trabajar. Miré al manager de Inglaterra en M-20, y colegas como Pablo Pérez Toranzo, un grande de Universitario de Tucumán, del quien aprendo constantemente.

¿Cómo definirías la función de un manager?

Es el responsable de poner un equipo en cualquier lugar del mundo y traerlo de vuelta a casa sin problemas, con todo lo que está en el medio. Debes ser proactivo. Tener capacidad de tracción y ser experto en relaciones públicas.

Honores

Orlando tiene mucho camino recorrido y horas eternas en vestuarios y fuera de ellos armando logísticas de viajes, armado de giras y charlas con entrenadores, jugadores y dirigentes. Sus honores como manager se resumen en media docena de Campeonatos Argentinos con Los Naranjas, Sevens de la República, tres mundiales con Los Pumitas y seis test con Argentina XV y varios torneos  de American Cup.

¿Cómo definirías un vestuario desde su armado y desde las emociones que allí se viven?

Es un lugar importantísimo. Es un templo, donde se llora de tristeza o de alegría; donde te transformas en héroe o villano. Ten en cuenta que te sacás la ropa, te quedas desnudo y te vestís de otra cosa. Ese lugar debe ser inmaculado, y el jugador debe sentirse mimando, no con las cosas quizás, sino con el afecto. La “Villa” Oscar René fue el gran maestro de los vestuarios.

¿Qué significa ser el manager de Lawn Tennis tricampeón?

No caímos todavía. Aún no lo dimensionamos en su totalidad. Solo puedo decirte que se armó un staff maravilloso que me dio libertad para trabajar cómodamente. Con un Álvaro Tejeda que vino de afuera y dejó una marca de enseñanzas donde muchos comenzamos a cambiar para mejor. Que se bancó los enojos del año pasado, que rotó los jugadores, y demostró que todos pueden ser parte.

¿Cómo fue la previa de vestuario antes de salir a la cancha contra Alumni?

Fue tremendo. Escuchar las penúltimas palabras, bajar por esa escalera y escuchar a los que no les tocó estar como te alientan.  Nos hicieron sentir inmortales y que todo se podía.

El vestuario y sus secretos

Hay secretos de vestuarios que Orlando se llevará a sus archivos donde no hay llaves que lo abran. Momentos, palabras y gestos que jamás serán publicados: “Estar en ese templo de vestuario, es mítico, no está cualquiera, tienes que disfrutarlo a mil y cada vestuario como si fuera el último. El día que dejas de jugar y no entras más ahí es otra vida. Solo unos pocos saben como se vive ahí, como se prepara ese santuario para que los chicos se conviertan en guerreros” – expresa emocionado.

Cuéntanos de Nicolás Sánchez,  relación desde su niñez y lo que quieras agregar desde su regreso…

El hombre que hoy conozco es un ser humano extraordinario, como jugador esta todo dicho. Al niño que conocí lo vi por primera vez en entrenamiento de M-14, recuerdo que llegó tarde, el y unos más hicieron unas travesuras y lo corrí del entrenamiento. Con la pelota bajo el brazo y embarrado por la lluvias, me enfrentó, y me desafió. Literalmente yo lo corrí del club.  Menos mal que no me hizo caso. Recuerdo que las medias le quedaban inmensas. Su regreso significó mucho, su generosidad es absoluta. Le llevé el tee para patear y me di cuenta que es un profesional y que observa todo antes te nadie. Te dice cuando un jugador está lesionado, está en todos los detalles. Es un super héroe de carne y hueso, y es nuestro.

Un hombre agradecido

Orlando se acomoda en sus recuerdos y se protesta en su vigencia. Es un ser altamente especial desde lo espiritual y allí se abraza a su núcleo familar, a su equipo donde María Carolina Becker Fioretti es su esposa y Solana María, Paulina María y María Carolina, conforman el paravalanchas donde el aliento y el aguante son las premisas: “Soy un agradecido a mi familia. La vida es muy generosa por demás conmigo y todo gracias a mi club, mi casa el Tucumán Lawn Tennis tennis. Si yo no hubiera estado en este club, no habría vivido todo esto. Agradezco a todos los que creyeron en mí y me apoyaron, en especial a todos los integrantes de familia me apoyaron y apoyan a mil. Sin ellos otra sería la historia. Mi vida sigue con nuevos desafíos, porque lo fácil nunca me gustó.

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