Regionales
INOLVIDABLE
A 29 años del mayor tucumanazo ovalado
Fue un Martes 23 de junio de 1992. Pese a que la noche fue fría y humedad de llovizna como para tomar champagne, Francia intentaba embriagar sus ansias de grandeza y robar naranjas en su visita al jardín tucumano. El humo a choripán y los gargueros matizados por varios degustes, le fueron dando un marco localista al estadio decano, hasta volver las más de 20 mil almas en una marea ensordecedora.
El comienzo del duelo
“La bienvenida y la cantidad de publico nos sorprendió” recuerda el legendario Ricardo Sauze. Mientras todo era a pedir de los de azul, el 15 naranja se juramentó en la arenga de vestuario ofrecer el cuerpo en cada guinda.
Cuando los capitaneados por José Santamarina entraron a la cancha el primer roce lo tuvo Le Fort, quien se topó Gonzalés con en el cruce de equipos y topetazo de por medio, empezaron a jugar el partido antes del silbato del rosarino Miguel Peyrone los llamara a verse las caras.
Luego de esa “caricia” inicial, el termómetro empezó a calentar las aguas y el rodaje del equipo capitaneado por talentoso Mark Cecillion fue tan vehemente que le tiró todos los galardones en el kick off de Penaud.
El cambio de estrategia
Mientras la guinda volaba el por cielo norteño y no pasaba las líneas de diez metros, el primer scrum a favor de Tucumán derivó en un penal que Cristian Viars convirtió antes de los dos minutos de juego. Todo lo demás fue un torbellino de perfume francés. “Nos equivocamos en el planteo inicial y por suerte el equipo empezó a acomodarse solo y a cerrar el juego” le reconoció el entrenador Nicolás “Mono” Rizzo a TERCER TIEMPO NOA.
El dominio francés
El comienzo fue lo esperado, rugby champagne y un dominio visitante, que pese a ser contundente, no pudo acallar la fidelidad de una hinchada incomparable. Viars seguía su romance con la efectividad a los postes, luego de que Fabián Penaud le tapara una patada a Sauze y llegara al try bajo las haches. “Tucumán era ampliamente dominado, no podía pasar mitad de cancha y se mostraba desconcentrado” evocaba en su recordación el relator Nicanor González del Solar que esa noche transmitió para todo el país con los comentarios de nuestro periodista tucumano Tomas Gray.
En la tribuna, el inolvidable “Mocho” Palou hubiera dado todo por estar poniendo la cara por sus hermanos y sufría junto al “Pavo” Juan Carlos López, desde sus roles de entrenadores. Los Naranjas solo dieron una bocanada de aire a los 27 minutos de la primera mitad, luego de que Santiago Mesón acariciara con su “guante” un solo penal de cuatro y se mostraba lejos de ser el artillero del 88. Para colmo Saint – Andre sonreía de try en la bandera enmudeciendo a los desgargantados luego de una corrida memorable. El silbato de Peyrone los mando a los vestuarios y todo parecía acabado; mucho más al saber que el veloz Gabriel Terán dejaba la cancha por lesión y el peso de su ausencia recaía en el debut de un juvenil wing llamado Mariano Galindez.
El fuego sagrado
Así, la estirpe tucumana afloró como las en las grandes tardes. Lo imposible se hizo posible. ¿Qué se habrán dicho en la charla de entretiempo para salir tan diferentes al complemento y ser otro equipo? Quizás sonó esa trompeta llamada fe y el maul fue la hermandad, por la cual Pablo y Fernando Buabse se abrazaron a un solo empuje coordinado. Tal vez la voz líder del “Cheto” Santamarina recibió el mensaje divino de Rizzo y le pidió al “Tumba” Molina y a Coria que se blindaran, junto a Le Fort en la primera línea de batalla.
En ese ímpetu de ir siempre para adelante, Sergio Bunader fue manejando la base de un scrum solido y demoledor. Con un Agustín Macome cada vez más gigante en las alturas, y con el “Beto” Zelarayán tomando la lanza para que su pack haga ese enorme desgaste de un equipo que no sabe de rendiciones.
Así Los Naranjas fueron sacándole lentamente el jugo a un tramite complicado y exprimiendo sus posibilidades. Con un centro de la cancha encadenado en los tackles del “Pato” Mesón y José Gianotti; en la laboriosidad humana del Lucas Herrera, se fue construyendo una pared defensiva que dejó a Francia ciega y desnuda de errores.
Abrazados a un maul
Errático, el equipo de la tierra de los perfumes, cambió las fragancias de primer tiempo por los puños cerrados y los anaranjados sacaron chapa guapo justo y a su juego lo llamaron. ¿Con qué? Con el maul, como bandera inmortal de una provincia chiflada de rugby. Con el maul, un arma letal de garra que se detona con dos factores: fuerza y corazón.
Así llego el try de Santamarina…así se levantaron las tribunas y hasta los más incrédulos creyeron que la hazaña era posible. Esos mismos que empujaron hasta el llanto una realidad casi inconcebible. El delirio y los petardos llegaron y pese a ir abajo el el marcador el equipo se entonó. El pie incomparable de un Santiago Mesón, que más santo que nunca, fue llevando el match al cantico unísono de: “Yo te daré…te daré niña hermosa, te daré una cosa…una cosa que empieza con “T”¡Tucumán!
Mesón, Mesón que grande sos!!!
Cuando Francia se vio doblegada, las “caricias” del enrulado Tordó llegaron con más intensidad. Allí, donde solo aparecen los fuertes, Los Naranjas fueron tan inteligentes que se olvidaron de meter una mano de más, pero no dejaron de ofrecer rigor en cada punto de contacto. Así se abrió el partido, entre el humor y el vapor. Así llegó una marea de posibilidades llamadas penales, que la diestra inmaculada del “Santo” Mesón se encargó de efectivizar.
Todo lo demás permanece en las mentes de los jugadores, los grandes y únicos protagonistas. Los papeles de lo que debía ser se quemaron en el olvido. Volaron por la noche miles de anhelos hacia el cielo de una sola realidad: la de Tucumán.
En el último penal de Mesón se fue y llegó un tiempo inolvidable. Cuando la guinda entró entre las haces que da la espalda a la calle Bolivia un estruendo de miles de voces gritaron un inolvidable triunfo al infinito. El resto es solo rugir de leones, empuje conmovedor y un silbado que marcó el final para desatar un delirio llamado hazaña en un 25 a 23 inobjetable. Historia que cumple 29 años y hoy tenemos el lujo de recordar.
Los equipos de aquella hazaña monumental
Tucumán (25): S. Mesón; M. Terán, J. Gianotti, P. Mesón, L. Herrera; R. Sauze, A.Zelarrayán; F. Buabse, P. Bunader, J. Santamarina (capitán), P. Buabse, A. Macome; L. Molina, R. Le Fort, L. Coria.
Francia (23): S. Ougier; P. Saint André, C. Deylaud, C. Courvielle, S. Viars; A. Penaud, A. Hueber; L. Cabannes, M. Cecillon (capitán), X. Blond; T. Devergié, H. Miorin; S. Graou, F. Landreau, J. Gonzalez.