Tucumán, su rugby y la llama que nunca se apaga

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Desde el primer mundial en 1987, hasta este, que en 2023 que tuvo a tres representantes de “Jardín de la República”, las semillas que esparciera el Profesor y Pedagogo Mario Santamarina, siguen cayendo en tierra fértil y afirmado en su suelo, que Tucumán sigue dando que hablar en materia ovalada cuando es hora de recoger los frutos.

A la figura Nicolás Sánchez como mayor espejo, hombre récord y punta de lanza para las nuevas generaciones, se le suman las presencias de Mateo Carreras y Thomás Gallo, para ratificar que la enseñanzas, sumada a la pasión y el fanatismo, hacen de la provincia norteña un estandarte difícil de igualar en cantidad y calidad. Una marca registrada que debe ser admirada cuidada y pasada de generación en generación.

Lo de Tucumán es digno por muchos motivos. El principal es que todo lo que ganó y gana en dicha representatividad es por que antes se lo ganó en la cancha, desde la concepción absoluta del juego y su entrega. De ahí nace su lucha, su renombre e indudablemente su buena fama.

En todos los seleccionados nacionales (sin temor a equivocarnos) podemos decir con firmes argumentos, que no hay discusión alguna para remarcar que los jugadores que vistieron la celeste y blanca, saliendo de Tucumán, merecieron su lugar y fueron y son Pumas indiscutidos, hayan sido mundialistas o no.

Con ese botón de muestra que tanto trabajo logró conseguir, se debe seguir sembrando las semillas sin perder el minucioso cuidado del suelo (su rugby de base), la orgullosa representatividad de sus clubes y la búsqueda de la recuperación competitiva de su seleccionado provincial. Es un honor por cuidar y multiplicar. Es un sitial que debe ser valorado, honrado y distinguido.

Este patrimonio que hoy, como ayer, es reconocido en el mayor concierto rugbistico del planeta, debe seguir siendo puesto en valor también con el mismo acompañamiento dirigencial y de sus hinchas. Solo así, el fuego que desde el juego distinguido hace de Tucumán un criadero de Pumas, seguirá con sus llamas bien encendidas, alumbrando a las nuevas generaciones que quieran seguir caminando bajo su luz,  por el sendero del deporte que más representa a nuestra provincia.

Más allá que es un honor de pocos, es trabajo de muchos el de mantener esas sagradas llamas encendidas.