Martes 24 de Septiembre de 2024

20/10/2023

Mundial Francia 2023

Francia 2023

Los jugadores no tienen la culpa

Una mirada a la performance de Los Pumas en el mundial y al origen, en pasado y presente dentro de una estructura profesional y amateur, donde el jugador no es el único protagonista.
Patricio Guzmán

Redactor de Tercer Tiempo Noa

El Mundial de rugby  finalizó para Los Pumas. Más allá que jugarán por el tercer y cuarto puesto. La contundente paliza por 44 a 6 que le propinaron los All Blacks en semifinales, sumado al pobre juego en general que mostraron los argentinos, nos marca que es hora de un balance de lo visto y escuchado.

Con la certeza de que toda performance tiene un origen, un nacimiento, una causa, un efecto y un resultado final, lo único destacable de los Pumas fueron las individualidades. Con Mateo Carreras, Marcos Kremer a la cabeza, sumado a lo que mostró Juan Cruz Mallía, los albicelestes no mostraron casi nunca el patrón de juego del que tanto se habló en la previa.

La semifinal perdida luego de recibir una clase de rugby por parte de los rivales tiene un motivo o varios. Pero no vienen de ahora las fallas. Son una repetición de errores o de aciertos, de larga data cuando un proceso es largo y en el caso de Los Pumas, de intermitencias y variables llamativas en la búsqueda de una identidad de juego.

Como si fueran dos equipos en uno, Los Pumas mostraron expresiones cambiantes, llamativas. Por un lado emocionaron con la entrega y por el otro, decepcionaron desde la luz de alarma que encendieron cada vez que cayeron en vacíos inexplicables y en un desorden general.

Ledesma y el origen del retroceso

El nacimiento de esta variable se llama Mario y se apellida Ledesma. La causa es haberle dado las llaves de Los Pumas, cuando Gonzalo Quesada era el indicado y el más preparado para ocupar ese sitio de privilegio. El efecto fue cuando hizo jugar al equipo de la peor manera en el mundial 2019 y el resultado es que asesorado por Michael Cheika, dejó todo lo que hoy queda de estos Pumas que se vuelven sin el mayor objetivo de Francia ¡Si, sin el mayor objetivo! Porque Los Pumas más allá del juego, hace rato dejaron de ir al los mundiales a ver qué pasa.

El equipo que no enamoró como en las competencias de 2007 y 2015, tiene responsables en varias áreas; que hicieron lo incorrecto y defendieron formas a toda costa, sin pedir ayuda o dar un paso al costado en el momento justo, e irresponsables que no hicieron nada y no estaban a la altura.

El caso de Los Pumas es especial, porqué mientras ya transita los años necesarios para ser visto como una expresión profesional, firme, sólida y con regularidad, su realidad luego del Mundial 2015, sólo encuentra pretextos en justificaciones livianas, suposiciones tardías, argumentos pobres y la utilización del aprendizaje constante como pretexto por parte de los que lideran un equipo fuera de la cancha y los que bajan líneas a nivel comunicacional. En fin, todo un armado en base a una constante improvisación en puntos claves y determinantes. Defendieron lo indefendible y justificando lo injustificable ¿Por qué? Porque poner un ex puma sin lauros en el rubro como entrenador, es tan improvisado e innecesario como poner dos o más ex pumas en un sector comunicacional para el cual no están preparados y hablar en demasía, constantemente de posibles y probables.

Por eso, cuando el equipo Argentino juega mal, la arenga puma que destella optimismo y no un análisis serio desde la pantalla oficial, nos hace imposible estar de acuerdo cuando un jugador luego de ganar un partido sufriendo y habiendo mejorado poco, salga a decir a punta de micrófono y en vivo, que el triunfo está dedicado para los que no creen. Así se va construyendo un pseudo periodismo que maquilla los malos momentos y los buenos los eleva hasta el punto de gritarlos en la cara.

No pasa por creer o no creer en Los Pumas. No pasa por bancarlos o no. Pasa por interpretar la crítica realmente como lo que es y no como un enemigo externo que pretende destruir. Sin crítica justa y fundamentada (tomando la crítica como lo que es en lo positivo y negativo) es imposible crecer y por ende ser un verdadero profesional. Menos entender que Los Pumas no pueden ser analizados como se analiza Los Tarcos ante Jockey de Salta, o SIC versus CUBA. Es otro el contexto.

Ledesma y el origen del caos

Desde que Mario Ledesma tomó las riendas del seleccionado nacional y le pasó la escoba a toda la estructura de juego y la parte humana que había construido Daniel Hourcade desde la Vodacom, Los Pumas comenzaron a tener expresiones que jamás habían tenido. Se rompieron sociedades dentro del juego y líderes naturales pasaron a ser suplentes, a jugar poco y directamente a no ser convocados. Ledesma, con su enorme soberbia y falta de capacidad, tomó el equipo que Gonzalo Quesada había dejado como sub- campeón del Súper Rugby y quince días después, el Mundial 2019, fue cambiando todo. Le quitó la capitanía a Agustín Creevy y se la dio a un inexperto Pablo Matera. Luego de que este tuviera problemas por viejas expresiones de racismo, no tuvo mejor idea que darle la cinta de capitán a Julián Montoya, otro inexperto. Así, sin ningún disimulo, le mandó un mensaje a Creevy: En este equipo no eres más el líder, ni titular. En síntesis, destronó al verdadero capitán que tiene este equipo.

Luego, fue por el otro líder debla era Hourcade, nada más y nada menos que Nicolás Sánchez, el máximo goleador de Los Pumas. Le trajo a un Benjamín Urdapilleta (en la curva descendiente de su carrera) que no tenía rodaje en Los Pumas y nunca estuvo a la altura de vestir la 10 titular, e inventó una “competencia” para sacar al tucumano y así lo hizo sin ningún es escrúpulo. Justo a Sánchez, el que marcó todos los puntos ante los All Blacks en la victoria más recordada de la era del mal llamado “Super Mario” por parte de una prensa que intentó hacerle creer al mundo del rugby argentino que Mario era el indicado, el salvador.

El fin de la historia de Ledesma en Los Pumas, se resume en que no clasificaron y se volvieron a casa en primera ronda. En síntesis, Ledesma les no les dejó nada positivo a los jugadores que venían de brillar con Quesada. Su final fue titulado por quien suscribe como: “Crónica de un fracaso anunciado”. Mario se fue sin dar explicaciones y recién semanas antes de este mundial, apareció en la tv oficialista que hizo una suerte de documental pre mundialista, diciendo que no estaba preparado. Tarde, el fracaso ya estaba consumado.

No debemos olvidar que anteriormente, el mismo Ledesma, no conforme con eso, y como para intentar terminar con el reinado de Sánchez con la 10 de Los Pumas, no tuvo mejor idea que improvisar, ratificar y darle la camiseta de apertura titular a Santiago Carreras, que venía de “romperla” de wing o full back, mostrando su enorme potencial y su calidad. Argumentando que el crack de Córdoba Athletic Club había jugado en tal posición en su club y que tenía experiencia. Como si fuera lo mismo, jugar de 10 en un club amateur o en un seleccionado provincial, que en Los Pumas. Fiel a sí mismo o quizás a una orden que recibió, Mario “murió en la suya” y apoyado por sus amigos en el tv, soportó el bajo rendimiento de Carreras y la indisimulable baja de nivel del equipo.

Paulatinamente, con el paso del los partidos, le fue quitando protagonismo, nivel a un jugador crack, que venía brillando en cualquiera de los tres puestos del fondo de la cancha. Así, el cordobés, fue cayendo en un pozo y no volvió a mostrar sus cualidades, salvo en algunos pocos momentos, pero lejos de brillo constante que supo ofrecer. Ledesma le tiró una camiseta que le quedó grande, lamentablemente. En el mundial que se está jugando está la muestra cabal de lo aquí mencionado.

Así, cada vez que Ledesma era arribado por un periodista y no por los medios que lo cuidaban, fruncía en seño, su cara expresaba fastidio, contestaba con soberbia y hasta en una oportunidad al finalizar una conferencia de prensa con Julián Montoya a su lado, se olvidó que aún estaban filmándolos y que el micrófono estaba abierto, y de despachó con palabras de desprecio (mientras miraba a Montoya) hacia dos periodistas con un “¿Y ahora aparecen estos?” en alusión a dos periodistas de Olé y La Nación, respectivamente, que habían marcado en sus preguntas algo que a Mario le molestó.

Cheika, Contepomi y más de lo mismo

Cuando Ledesma “renunció” a Los Pumas, la figura del australiano Michael Cheika apareció como el otro salvador, el indicado que le daría un toque de distinción al equipo. La prensa partidaria volvió a operar a favor del amigo de Ledesma. Con Felipe Contepomi a su lado como segundo entrenador y la repetitiva figura de “Corcho” Fernández Lobbe, entrenando los lines, la historia fue casi la misma. Los Pumas tuvieron altos y bajos. Se siguió ratificando a Montoya como líder, al cordobés Carreras como apertura y se consiguió un nivel que alternó pocos momentos buenos desde la regularidad. Todo era más parecido a un experimento que nunca brindó la cura total, que a la mejoría de un equipo que era integrado por jugadores que brillaban en sus clubes. Los Pumas alternarán triunfos gloriosos y derrotas estrepitosas. Lejos de gustar y más lejos de que se intérprete a qué juegan, Los Pumas fueron como el clima en zonas de micro climas.

La razón por sobre la emoción

Con esta realidad y todo bajo la lupa desde una mirada periodística hacia un deporte profesional, (que jamás puede ser visto con una mirada amateur) es menester dejar toda expresión emocional y el espíritu de hincha de lado, para ver este momento con una crítica constructiva, alejada de las derrotas dignas, del uso de la palabra aprendizaje ( como afirmamos en párrafo pasado de esta nota) y afirmar que los jugadores no tienen la culpa, ni responsabilidad alguna de que la UAR en su cúpula dirigencial, elija entrenadores poco capacitados y que no conozcan el ADN argentino y que considere que haber sido grandes jugadores de Los Pumas, los acredita de inmediato a ser grandes entrenadores. Todo un error que se paga caro. Más cuando los elegidos no tienen un camino como entrenadores principales y mucho menos honores en ese rubro para ocupar semejante lugar.

Por eso es fundamental decir…

Los jugadores no tienen la culpa… de ocupar posiciones que no son de su agrado o para las cuales no están preparados en tiempo y forma. Menos son responsables de improvisar o ser usados para experimentar puestos, que no llegan a ocupar con éxito.

Los jugadores no tienen la culpa…que Cheika haya dicho en la previa del mundial lo siguiente: “Nuestro objetivo es ser campeones”. Cita del 7 de Agosto del corriente año en conferencia de prensa. Un testimonio demasiado desacertado para un equipo que aún no había encontrado su mejor imagen, y que nunca la encontró. Innecesarias palabras para un equipo que fue viviendo de buenos pocos momentos y tuvo más sofocones, que un equilibrio regular.

No es culpa de los jugadores… que el armado del equipo titular, los suplentes y los que van simplemente a sentarse a la tribuna, no sea del agrado de un público que en su mayoría se dio cuenta de que el equipo no funciona y hay jugadores que no rinden en los puestos donde son ubicados. Y que constantemente alternó puestos claves, confundiendo y no aclarando los motivos.

No es culpa de los jugadores…que dos aperturas naturales como lo son Domingo Miotti y Tomás Albornoz, no hayan sido parte del plantel pensado en un futuro cercano pos mundial, y el único diez natural que Cheika y Contepomi llevaron a Francia fue Nicolás Sánchez, que encima jugó poco, en una muestra indisimulable de desprecio. Tampoco son culpables de que por el buen momento de Pumas Sevens, se hayan incluido repentinamente al plantel de quince a jugadores que todavía le faltan partidos previos y más rodaje previo para jugar un mundial.

Los jugadores no tienen la culpa… de que la prensa que no es oficialista, no tenga la posibilidad de entrevistar a los jugadores cara a cara, de ver qué sienten, cómo viven como deportistas y menos tienen la culpa de que deban pedir permiso para hablar con un medio web, para hacer un video para la tv, o para salir al aire en vivo para alguna radio, y solo le den notas a un canal de televisión donde son analizados por ex jugadores y no por periodistas especializados. Un sitial de comunicación donde los testimonios son casi todos positivos y no hay una escasa autocritica. O peor, la crítica es tibia y liviana. Así es imposible que un jugador profesional sepa distinguir de lo que es real (la prensa no partidaria) y lo que es irreal, cuando se quien maneja su imagen no hace más que “cuidarlo”.

Los jugadores no tiene  la culpa…de que el sistema de juego que le imponen no se entienda, no se ejecute y lo poco o mucho que hacen en cancha no guste, no conforme, ni mucho menos alcance para que del juego puma se diga que creció en lo últimos dos mundiales, cuando lo único destacado es la entrega por sobre todo.

No es culpa de los jugadores…que los jugadores amateurs que no están en el sistema UAR y no llegan a integrar un seleccionado de seven o quince, no tengan incentivos para jugar en las primeras de sus clubes y busquen jugar en cualquier club de Europa, ser parte de una franquicia o directamente opten por colgar los botines. Todo por no llegar a ser Pumas. Porque hay un rugby que nutre, detrás del rugby de Pumas.

No es culpa de los jugadores…que la gente en las tribunas o las calles de Francia, cante con un clásico insulto argentino (Hdp), para que se ponga a un jugador de titular. Por primera vez se vio tal expresión. Negarlo es mentir.

No culpa de los jugadores… que los entrenadores y dirigentes no haga un mea culpa, se hagan cargo de los errores y solo busquen los medios oficiales para hablar o en su defecto (y para peor) hagan silencio. Más cuando hay una grieta de la UAR con ex jugadores, con gran parte del público y con periodistas que no tienen chances de entrevistar jugadores o dirigentes.

No es culpa de los jugadores…que la comunicación de la UAR sea precaria, que se informe poco, que no se genere contenidos de jerarquía para los medios que son independientes, y lo peor, que se limite a evitar que los trabajadores de prensa de todo el país tengan contacto con los jugadores y estos, por contrato, pasen un momento incómodo cada vez que un medio los solicita en forma privada y deben decir que no. Basta con ver los periodistas que viajaron a Francia y que nunca pudieron tener la libertad de tener una nota con los protagonistas. Un gasto casi de turista para ir a comunicar algo en primera persona y no poder hacerlo con dignidad.

No es culpa de los jugadores...que Los Pumas tengan que ser entrenados o asesorados por extranjeros y no por entrenadores preparados, formados y con un camino realizado previamente en nuestro país ¿De donde sacaron que haber sido un ex puma te da crédito y pase inmediato para entrenar la selección nacional mayor? Basta con ver las performance de Santiago Phelan y Mario Ledesma, como la realidad de que Felipe Contepomi haya sido uno de los coachs principales del mundial, para afirmar que poner un ex puma a dirigir no es garantía de éxito. Seguramente será Contepomi quien asuma si Cheika da un paso al costado.

Para colmo de males

Desde que la era Ledesma culminará, no hubo un jugador que haya pasado por sus filas que haya dejado un concepto positivo sobre el “Bocha”. Sólo dejaron silencio. Sus “modos” no son distintos a los de Felipe Contepomi. No está distante tampoco de las formas que anidan en Juan Martín Hernández, cuando días atrás mostró su verdadera intención y se despachó en ESPN en contra de que Nicolás Sánchez sea titular, afirmando que no estaba para jugar el partido desde arranque antes Gales y desfiguró su cara fastidiosa, para mostrarle a Marcelo Bosch que no comulgaba con su opinión, que tuvo más argumentos. Una muestra cabal de soberbia, altanería y falta de códigos con el ex compañero. El “Mago”, como varios “especialistas” que ocupan asientos de periodistas y con sus privilegios de haber sido Pumas, se despachan con opiniones que más se acercan a sus benéficos, que a los del equipo. El que rodeado de la aprobación del resto por su pasado de crack, se afirma en  para creer que como comunicador hace lo correcto. Una expresión indisimulable y totalmente parcial.

Así, con una obediencia pese a todo y a todos, los jugadores no tienen responsabilidades y son empleados de un patrón que los hace jugar bajo sus órdenes, los censura y les dice como manejarse o están fuera del sistema. Negar eso es caer en la mentira absoluta.

Es hora, de que por haber llegado a semifinales, la efervescencia de la pasión no le gane a la razón de pensar, preguntar cómo se convive entre los profesional desde el juego y lo amateur desde los clubes, los hinchas, y parte de un periodismo que hace más de hincha que de periodismo.

También es importante preguntarnos cómo se hace para que los clubes argentinos no decaigan, crezcan, no pierdan su ADN y tengan herramientas desde el incentivo para ofrecer a los integrantes desde el sentido de pertenecía, ya que tanto se remarca que Los Pumas vienen de los clubes amateurs, pero no se marca que en el medio pasan por una estructura profesional y rentada.

Es hora de saber quién o quiénes representan los jugadores que brillan en el exterior. Blanquear ese punto es fundamental para no caer en señalamientos indebidos.

Es hora, y más en el rugby profesional, que las cosas sean llamadas por sus nombres. Es hora de remarcar que la incapacidad no pasa por los jugadores elegidos. Pasa por cómo se los hace jugar. Como se los maneja, cómo se los respeta y como se respeta una historia que no es patrimonio, ni negocio de unos cuantos.

La UAR en la cúpula de sus dirigentes, deben comprender que no todos creen que la Unión Argentina de Rugby sea “La unión de todos” y que el éxito de Los Pumas (profesionales) no es el éxito de el amateur rugby argentino.

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