Nicolás Sánchez, ladrón de emociones

No hace falta que nadie te defienda por televisión o por redes sociales. No hace falta que nadie te discuta, porque tu juego, tus cojones y tu humildad se encargan de silenciar a los que te dan por retirado. Porque tu juego habla por vos.

“Cachorro” del Lawn Tennis de tus hermanos, el de la “Caldera del Parque” ardida de tardes inolvidables color naranja. Nicolás Sánchez, el hombres de las mil oportunidades. El que juega roto y se recupera en las jornadas ocultas de sanar heridas del cuerpo y el alma bajo las órdenes de “Patita” Cabrera.

Sánchez, siempre Sánchez. El necesario, el clamado, el despreciado. El idolatrado y el defenestrado. Sánchez el del pie inmaculado y ante Gales el ladrón con crédito renovado. El del llanto norteño desgargantado.

El que se “afanó” el último cuero para que un equipo que aún no gusta, termine siendo por la entrega y la locura, aclamado.

Sánchez, el orgullosamente tucumano. El que robó, roba y robará emociones hoy jugado y el día mañana cuando el rugby que juegan Los Pumas lo extrañe, será añorado, porque nadie pueda igualarlo.